Nijmie Zakkiyyah Dzurinko, co-presidenta de la Campaña de la Gente Pobre en Pensilvania, co-fundadora de Put People First! PA
Nijmie Zakkiyyah Dzurinko creció en una ciudad siderúrgica en el oeste de Pensilvania, cuando la industria se estaba cerrando y la ciudad comenzaba a desvanecerse sin ninguna otra economía para tomar su lugar. Cuando se mudó a Filadelfia a la edad de 16 años, se involucró con la Union de Estudiantes de Filadelfia, y más tarde se unió al Programa de Academico de la Pobreza en el Kairos Center. En 2013 cofundó la organización “ Put People First! PA” (Poniendo a la Gente Primero, PA) y continúa impulsando campañas que se centran en el cuidado de salud como un problema que une a las personas a través de la raza y la geografía. Nijmie es copresidenta de la Campaña de la Gente Pobre en Pensilvania.
Soy mujer negra e indígena, y crecí en un pueblo en Pensilvania Occidental llamado Monessen que estaba en medio de la desindustrialización. Tuve un comienzo intenso en la vida — se lo mató a mi padre mientras mi madre estaba embarazada de mí, y sólo estaba yo con ella por unos diez días antes de que me diera a sus padres. No estaban muy contentos a tener otro nieto para cuidar, pero por suerte me acogieron.
Mi abuelo era obrero siderúrgico, por lo que vi que esa industria se cierra y sale, se quitan los medios de vida y se vacía el pueblo — como tantos lugares en Pensilvania donde los Capitales se fugan, y no ha habido un alternativo para reemplazarlos.
De niña, mi abuela me educaba en casa hasta que cumplí siete años cuando pasé el examen para matricular en el cuarto grado y empecé en la escuela pública. Por el estrés y la disfunción de mi casa, quería estar en la escuela tanto como sea posible. Cuando tenía 11 años, mi tío John nos llevó al otro lado del estado a una casa pequeña a tiro de piedra de la frontera de una ciudad en el distrito escolar bien financiado de Lower Merion para que tuviera una mejor educación pública. Había vivido en Filadelfia desde que tenía 16 años cuando me mudé de la casa a mi dormitorio universitario en la Universidad de Pensilvania.
Mi juventud y mis experiencias como una joven son lo que me empujaron a involucrarme en cambiar la sociedad. No me crié en una familia organizadora o un contexto que era radical en cualquier manera — con dos excepciones. Mi abuelo era un miembro del sindicato, y recuerdo escribir un ensayo sobre por qué los sindicatos eran importantes que me ganó un premio y una oportunidad para hablar en la feria estatal. En segundo lugar, me enseñó mi abuela sobre Jesús.
Pero en general no era parte de una familia que me politizaba, era mi experiencia en la vida actual que lo hacía. Me hacía querer trabajar con los jóvenes, lo cual es una de las cosas que me atrajo a ser voluntario de Americorps, construir los jardines comunitarios con los jóvenes de Filadelfia del Norte y después trabajar con el Philadelphia Student Union. No sabía nada sobre la organización política, sólo quería ser una persona que estaba allá para apoyar a los jóvenes. Pero así es cómo comencé a aprender sobre la organización, y eso me mandó a una travesía, la cual ha involucrado varias fases de crecimiento, la construcción de varias organizaciones y el aprendizaje con el tiempo.
Una de las experiencias formativas que me influyó como una organizadora era el involucrarme con el Poverty Initiative, el cual es ahora el Kairos Center, en 2005, con R. Dr. Liz Theoharis y Willie Baptist. El Poverty Scholars Program juntó a los líderes de distintas organizaciones de gente pobre y desposeída de clase trabajadora en toda la nación para desarrollar relaciones, estudiar la economía política y la teología de la liberación y sumergirnos en diferentes contextos en toda la nación.
Ser parte del proceso desde 2005, desarrollar esta red de relaciones y publicar el llamado para recomenzar la Campaña de la Gente Pobre en 2008, 10 años antes del 50 aniversario de la campaña original, ha sido una parte muy importante de mi crecimiento y aprendizaje.
Cuando fundamos Put People First! PA en 2013, decidimos enfocar en la asistencia médica. Nos inspiramos por la victoria histórica en 2011 del Vermont Workers’ Center que aprobó una ley para garantizar la asistencia médica como un derecho en el legislatura. Dos de las divisiones más grandes entre la clase trabajadora de Pensilvania son la raza y la geografía. La asistencia médica se ha probado como un asunto que puede unir a la gente sobre las divisiones. Todos tienen un cuerpo. Nuestras experiencias no son las mismas, pero la asistencia médica es algo que todos necesitan.
Dos de las divisiones más grandes entre la clase trabajadora de Pensilvania son la raza y la geografía. La asistencia médica se ha probado como un asunto que puede unir a la gente sobre las divisiones. Todos tienen un cuerpo. Nuestras experiencias no son las mismas, pero la asistencia médica es algo que todos necesitan.
También sabemos que hay lugares donde no se trata la asistencia médica como un producto y se trata como un derecho. Sabemos que era posible transformar el sistema de asistencia médica y que hacer eso significaría ser parte de una transformación social más grande.
Nuestra meta es construir las comunidades permanentemente organizadas, lo cual significa que la gente va a tener que ser parte de una lucha a lo largo de muchos años. No es sobre juntar a la gente a corto plazo — es realmente reconocer que transformar la sociedad en la manera de que habla la Campaña de la Gente Pobre es sobre la lucha a largo plazo.
Lo que hacemos en Pensilvania es construir una organización en cada lugar que podamos. Lleva tiempo, pero hemos tenido progreso en los últimos ocho años. Ahora tenemos miembros del Nonviolent Medicaid Army en 17 contados, y tenemos los Healthcare Rights Committees en nueve contados en la nación.
Para la clase trabajadora, no es sobre ser demócrata o republicano, es sobre qué han sido nuestras experiencias y el interés que tenemos en cambiar el sistema. Organizamos a la gente que tiene interés en cambiar el sistema. Y eso es la mayoría de la gente tanto si están conscientes de ello ahora o no. Mucha gente está consciente de ello porque vivimos cada día con sus efectos, y no está contento con cómo van las cosas.
Organizamos a la gente que tiene interés en cambiar el sistema. Y eso es la mayoría de la gente tanto si están conscientes de ello ahora o no.
La asistencia médica es un punto muy fuerte para la clase trabajadora, y en nuestra estimación un punto débil para la clase dominante. La clase dominante la ve como un sector resistente de la recesión para botar sus capitales, pero pierden en la lucha ideológica porque ya no hay ninguna justificación para prevenir a nadie que reciba la asistencia médica por el costo u otra razón. Y no hay razón por qué se deben enriquecer los accionistas y los CEOs de nuestros dolores, enfermedades y muertes.
Durante la pandemia, la locura de volverse cerrados los hospitales, despedir a los trabajadores de la asistencia médica, la falta del equipo protector personal y las pruebas médicas y las condiciones peligrosas de las residencias de ancianos se pone muy clara. Todas estas cosas que ocurren no tienen sentido. No se pueden justificar. La situación da ayuda a la clase trabajadora — si nos enfrentamos la lucha de la asistencia médica, es una lucha de clase. Si podemos dar un golpe a la clase dominante en el punto de su debilidad y nuestra fuerza — ese es un golpe en cada frente.